domingo, 14 de abril de 2013

Capítulo 58

Hola a todos :) La verdad es que no quiero desvelar mucho de este capítulo porque a mí misma me sorprendió mientras lo escribía. Estaba en un callejón sin salida, sin saber cómo continuar y haciendo borrador tras borrador sin quedar nunca satisfecha con el resultado. Y, de repente, me di cuenta de que el problema era que no estaba plasmando lo que de verdad iba a pasar. ¿Alguna vez os ha pasado algo parecido, queridos escritores? :S Bueno, espero que el resultado os guste y disfrutéis de la lectura ^^ Hasta pronto





Mis sentidos quisieron engañarme nada más despertarme. Cuando noté unas sábanas alrededor de mi cuerpo, un colchón donde descansaba mi espalda, una almohada bajo mi cuello y unos rayos cálidos sobre mi piel, mi cerebro pensó: “Estoy en mi habitación”. Pero como he dicho, sólo estaban jugando conmigo y no parecían querer hacerlo limpiamente.
No estaba en la mansión. Aquél no era mi dormitorio. Aquella cama dura y sobria no era mi mullido colchón nuevo. Los tímidos rayos que atravesaban unas simplonas cortinas de encaje, no provenían de mi terraza; ni me esperaba diván alguno tras la ventana de madera. Aquel no era un lugar con el que quisiera familiarizarme, sino el cutre “leñador del norte”, perdido en medio de la nada, habitado por el extraño señor Paco y olvidado por el resto. Su bienvenida sólo constaba de un olor a pan quemado desde la cocina de la planta inferior.
Pero no era esa la única diferencia. Puede que hubiera estado sola todo el tiempo que pasé en la mansión; sin embargo, ya no era así. A mi lado, descansaba plácidamente la única persona a la que le había dicho “te quiero”. Le acaricié los mechones que caían sobre su frente, sabedora de que no lo notaría de tan profundo solía dormir. Además, nos habíamos pasado buena parte de la noche hablando del encuentro con Diego y sabía lo importante que era para él recuperar esas horas de sueño.
Diego… No tenía muchas ganas de verle de nuevo. Bueno, vale, ninguna. Pero sabía que necesitábamos más respuestas, sobre todo yo. Quería preguntarle por Yolanda, Lucía, la mansión, Karen, los Sword… 
          En ese instante, habría dado lo que fuera por seguir deambulando por el bosque durante años y perderme en él, olvidar, vivir. No necesitaría hablar con él, pues en mi memoria no existiría su nombre. Nadie me buscaría porque no sería nadie. O tal vez por eso mismo me buscaban ahora, por no ser nadie, es decir, por existir solo a consecuencia de otra persona. Todo era tan complicado… Mi deseo cobró fuerza; no obstante, aún guardaba parte de mi cordura y una lógica que me decía que la paz que yo anhelaba no era posible.
Así pues, me levanté y salí de la habitación en dirección al baño. Este era tan sobrio y sencillo como el resto de la casa. Carecía de espejo, siendo una bañera de mármol lo más sofisticado del cuartucho. Aún recordaba las palabras de Paco: “El agua caliente no va muy bien”. ¡Ja! Eso era endulzarlo sin necesidad porque el día anterior, mientras Alan custodiaba la puerta desde fuera, yo me había dado un baño y comprobado, con horror, que ni una sola gota de agua templada salía del grifo. Sin embargo, esa mañana el agua helada de sus cañerías me despejó de inmediato.
 Bajé las escaleras, resignada a probar las tostadas quemadas que ya eran patentes en el aire del bar. Me apoyé en la barra y dije sin mucho entusiasmo:
- Buenos días, Paco.
Unos segundos después el cocinero salió de la puerta lateral con una bandeja repleta con las dichosas tostadas.
- ¡Buenos días, Isabel! Bonito día, ¿verdad? Sí, Señor, un buen día – se contestó a sí mismo. Tomé asiento en torno a la mesa en la que había dejado el desayuno. - ¿A qué viene esa cara de entierro? ¡Alégrate un poco, mujer, que seguro que hoy podéis encontrar al resto de vuestro grupo!
- Claro, Paco. Seguro que sí. – Me olvidé de sonreír y di un largo sorbo a la taza de leche caliente, deseando que se me contagiara parte de su alegría natural.
- ¿Dónde has dejado a tu chico? – siguió preguntando Paco.
- Arriba. Está durmiendo todavía.
- Bueno, pues peor para él. Ya sabes lo que dicen: “A quien madruga, Dios le ayuda”. Y es una verdad como una catedral, ¿no te parece?
- Supongo. – Mordí la primera tostada e intenté con todas mis fuerzas no escupirla en el acto. Conseguí tragármela con un poco de leche. – El cordero estaba buenísimo, por cierto.
- Ya te dije que lo sería. – Su risa llenó la sala vacía. – Nunca falla.
Esta vez mis labios sí se curvaron en una media sonrisa. Esa receta levantaba el ánimo de cualquiera. Paco continuó con su verborrea, mientras recibía poco más que monosílabos de mi boca llena con la asquerosa masa de pan. Cuando acabé, me quedé mirando el plato, sorprendida de haber sido capaz de terminarme toda la ración de tostadas. Juraría que fue el desayuno menos saludable que alguna vez probé.
               - Bueno, Isabel, me gustaría poder disfrutar más tiempo de tu compañía, pero tengo que volver a la cocina. Si necesitáis algo ya sabéis dónde estoy. – Me dedicó un guiño, marca de la casa, y se fue.
               Genial. Tiempo para hacer nada. Me quedé allí quieta durante los primeros minutos, pues no tenía a dónde ir. Dar vueltas por el bar habría sido una opción si este tuviera un mínimo de interés, pero no era ni de lejos el caso. Y entonces, una idea se fue formando en mi cabeza. “No debería…” Pero era tan tentador... Me mordí el labio. No me iba a pasar nada. Noté la navaja multiusos sobresalir en el bolsillo de mi pantalón. No iba a pasarme nada. “Pero y si…” Se acabó la duda, era hora de tomar decisiones. Me acerqué a la puerta de la cocina y asomé la cabeza. Paco estaba en esos momentos ocupado cortando con esmero unas verduras.
               - Paco voy a salir a dar una vuelta por aquí cerca. Si Erik se despertara antes de que vuelva, ¿le podrías decir dónde estoy?
               - Claro, Isabel. Dalo por hecho. Pero no tardes mucho, ¿eh?
               - Descuida.
               Anduve hacia la puerta y salí al encuentro de un día que se me antojaba mucho mejor que momentos antes. Los últimos retazos de sueño se esfumaron con la primera bocanada de aire. Sonreí y di los primeros pasos que me alejarían del bar. Después, seguí paso a paso yendo más y más lejos. Volví la vista atrás en un par de ocasiones, pero el bosque tiraba de mí con fuerza y me iba tragando con cada metro recorrido. Aunque al principio me resistí y fui anotando mentalmente detalles que me ayudaran a volver, pronto me dejé llevar. No había camino bajo mis pies, sino todo un mundo a mi disposición. Reí sin que nadie me escuchara. Salté sin que nadie me viera. Fui libre. Fui yo. Como había querido esa misma mañana, olvidé y me limité a sentir. Me sentí feliz, pero… me faltaba algo.
Paré de golpe. Faltaba algo. Me faltaba alguien. Alan. Le había dejado solo. ¿Por qué lo había hecho? ¿Estaría bien? ¿Y si Diego ya había llegado y no nos había podido encontrar? De repente, volví a tener miedo. Me giré en redondo y empecé a desandar el camino con un nudo en el estómago. Qué ilusa e irresponsable había sido. Egoísta, era la mayor egoísta de todo el maldito planeta Tierra. ¿Cómo podía haber pensado en salir así, sin más?
“¿Y qué ibas a hacer?”, me dijo una vocecita, “¿seguir encerrada?, ¿volver a ser una prisionera dentro de cuatro paredes?”.
No pude contestarme porque delante de mí se presentaba un problema mayor.
Delante de mí, estaba Karen.
No se movió. Estaba apoyada en el tronco de un árbol y casi parecía que hubiera estado allí por siempre. Aguanté la respiración lo que me pareció una eternidad entera, creyendo que así no se percataría de mi presencia. No conseguí engañarme. Ella sabía, tan bien como yo, que estaba allí mismo, a tan solo unos pasos de una Sword especialmente cabezota. ¿Cuánto llevaba sin ver ese rostro de hielo? ¿Un mes? Me habían parecido años. No puedo describir cómo me sentí en ese momento. Creo que, simplemente, dejé de sentir.
- Te estaba buscando. – Seguía sin mirarme, más interesada en el paisaje salvaje que nos rodeaba. – Eres más difícil de encontrar de lo que pensaba.
Tampoco contesté en esta ocasión. Mis labios, como el resto de mi cuerpo, se habían quedado paralizados. Y entonces, me miró. Sus ojos azules se clavaron en los míos y fue como si de verdad una aguja me taladrara con ellos. Notaba con demasiada claridad la sangre fluir por mis venas y el rápido golpeteo de mi corazón en mi pecho. Algo estaba creciendo en mí, mas era incapaz de descifrar su significado.
- Veo que no te ha ido demasiado mal. Tienes un aspecto horroroso pero estás viva. Es más de lo que esperaba. – continuó. Dio un paso hacia mí y mis dedos se movieron solos hacia mi bolsillo. - ¿Qué crees que haces? – Saqué todo lo rápido que pude la navaja y apunté con ella a Karen. Esta se rio y avanzó otro paso hacia mí. - ¿En serio? ¿Una navaja? – Qué poco de menos había echado esa irritable risa. – Muy bien. – Levantó las manos por encima de la cabeza. – Haz lo que quieras, Sheila. Yo estoy desarmada. Compruébalo si quieres. – Dio un nuevo paso hacia mí.
- ¡No te acerques más! – le grité. Mis nudillos se volvieron blancos alrededor del arma.
- Por favor, Sheila, baja eso. No quiero que te hagas daño.
- ¿En serio? Eso es un gran detalle por tu parte, Karen, – Su nombré quemó en mis labios como veneno. – pero no tengo ninguna intención de hacerlo.
- Escúchame, Sheila, nada de esto es lo que crees. – Su voz cambió, tornándose más dulce, más… ¿preocupada? – Tienes que tener mucho cuidado, ¿me oyes? – Yo empecé a mover mis pies con cautela, rodeándola pero sin darle la espalda en ningún momento. – Hay alguien que te está traicionando…
- ¡Tú me traicionaste! – le grité con fuerza mientras daba un nuevo paso hacia la izquierda.
- Yo no fui la responsable del accidente si es a lo que te refieres. – Estaba tan calmada… Sus nervios de acero no habían cambiado ni un ápice. La odiaba tanto… – Sheila, por favor, hablemos con tranquilidad.
- ¡Ni un cuerno! Estoy harta de tus jueguecitos. ¡Dejadme en paz de una vez! ¿Qué os he hecho yo? – Estaba tratando de controlar la explosión de furia que amenaza con estallar en mí de un momento a otro, aunque era tan difícil como parar un torrente de furiosas aguas. Una lágrima cayó procedente de mi ojo derecho, primera señal del desbordamiento del río.
- Por favor, Sheila, yo sólo quiero ayudarte. Confiaste una vez en mí y debes seguir haciéndolo.
- Tú lo has dicho, confié en ti, pero no cometeré ese error por segunda vez.
- Sheila, créeme, por favor. Hay alguien jugando contigo, pero no soy yo. – Se alejó por primera vez de mí, pero no confié en sus intenciones. Karen podía ser muy escurridiza si se lo proponía. – Aún no he conseguido averiguar quién es, pero pronto lo sabré.
- ¡Cállate! Aquí la única puta traidora mentirosa eres tú.
Karen guardó silencio unos segundos, no sé si a causa de la sorpresa o porque me considerara una auténtica amenaza. Fuera como fuere, el silencio se me antojó mejor que sus mentiras.
- Como quieras. – dijo con un tono de voz que sonaba a rendición. – Sólo quería avisarte y ya estás avisada. ¿Dejarás que me vaya?
Noté la frialdad de una nueva lágrima caer por mi rostro. No podía dejar que se marchara. Avisaría a los Sword y tendríamos que salir huyendo de nuevo. ¡Maldita Karen! Lo había estropeado todo. No podía irse así sin más. Y, sin embargo, ya nos separaban muchos más metros que antes. Karen se dio la espalda con lentitud y se fue andando con toda la tranquilidad del mundo. No lo pensé más, eché a correr.
A mi paso, iba dejando sombras multicolores difuminadas por la velocidad de mi carrera, borrones difíciles de esquivar si no se encontraban a un palmo de distancia. Mis piernas sorteaban miles de obstáculos y se tropezaba con otros cientos. El bosque se había vuelto en mi contra, formado un intrincado laberinto del que no conseguía salir; aunque bien mirado, no era una salida lo que lo que yo buscaba, sino una entrada a la seguridad. Así que continué corriendo. En mi camino, caí a un río. La corriente me desequilibró, haciéndome caer en un par de ocasiones más, pero ni siquiera eso me frenó, pues yo misma me sentía como un río descontrolado. Corrí y corrí hasta que me encontré frente a la puerta de “El leñador del norte”. La aporreé con los puños hasta que esta se abrió y caí en los brazos de alguien.
- Karen… – logré decir entre jadeos antes de caer inconsciente.  

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6 comentarios:

  1. Dios mío, pobre Sheila... El final me ha dejado :O Lo has escrito perfectamente bien... La forma de describirlo es genial, me encanta.
    He disfrutado mucho con este capítulo, como con todos :)
    Respondiendo a tu pregunta, sí. Me ha pasado, y lo mejor es dejarse llevar por lo que se te pase en ese momento por la cabeza, hasta lograr que sea lo que querías escribir, no sé si me explico bien...jejeje
    Un besito y fantástico :)

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    1. Gracias ^^ Estoy totalmente de acuerdo contigo Jane. Así es cómo más se disfruta además escribiendo.
      Besos

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  2. ¿¿¿¿¿¿QUE HACE LA ASQUEROSA DE KAREN FASTIDIANDO LA HISTORIA?????
    Que asco me da esa tia por dios uff yo si que le hubiera dado con la navaja a ver si aprendía a no tocar la narices y se moría un rato ¬¬
    Yo que veía a Sheila y a Alan tan felices y contentos y aparece esa que hace que Sheila se desmaye... Uffffff
    La verdad es que el capítulo está como siempre... GENIAL!!!
    Y sobre lo que preguntas, una vez, en el capítulo 11 para ser exactos tuve que hacer más de 10 borradores hasta que me deje llevar y me acabo saliendo más o menos como me gustaba :)
    Besos ;)
    P.D: En el capítulo eché de menos a Alan (si, me gusta mucho jaja)

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    1. Qué amor mas bonito le tienes a Karen XD Sheila ya mató a una persona, no sería bueno que además se manchara las manos de la sangre de Karen. Aunque todo es posible jaja
      Muchas gracias Ana ^^ Me alegro de que compartáis estas experiencias de escritoras :P A mí también me ha pasado mucho lo de los borradores y sé lo frustrante que puede llegar a ser :(
      ¿Sabes que no me había dado cuenta de que en este capi no aparece Alan? XD
      Besos

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  3. Crispi!! (genialisima escritora)
    Ahh si, comento tarde!!! pero créeme que no he tenido tiempo, una disculpa ;)
    El Capitulo esta G E N I A L !!!!!
    Tu manera de escribirlo es muy........ simplemente es una historia perfecta!!! :D
    Y la manera en que acabo.!!!
    ¿Sabes? me ha pasado igual que tu! ^^ solo ahorita estoy lidiando con el capi 15 y si, ya lo tenía planeado como unos 5 capítulos antes y fue una idea genial, pero ahora ya no recuerdo muy bien lo que había pasado por mi cabeza en ese entonces y ahh!!!! Bueno, es horrible estar borrador tras borrador , jajajaja :) !!!!
    Excelente capítulo, sigue escribiendo de maravilla ^^
    Miles de besos para ti!!! Y un cordial saludo :D

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    1. Muchas gracias Meena ^^ No pasa nada porque comentes un poco más tarde ;)
      Me ha gustado mucho tu comentario porque por vuestro apoyo merecen la pena todos los borradores del mundo :D Gracias ^^
      Saludos Meena

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